viernes, 28 de septiembre de 2007

Sé como un muerto

El maestro le dice al discípulo:
- Acércate al cementerio. Una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.

El discípulo se dirige al cementerio. Una vez allí, comienza a decir toda suerte de elogios a los muertos y después regresa junto al maestro.

- ¿Qué dijeron los muertos? -pregunta el maestro.
- No respondieron -contesta el discípulo.

Y el maestro le ordena ahora:
- Volverás al cementerio y soltarás toda clase de insultos a los muertos.

El discípulo acude de nuevo al cementerio y sigue las instrucciones del maestro. Vocifera toda suerte de imprecaciones contra los muertos y después se reúne con el maestro.

- ¿Qué dijeron los muertos? -pregunta por segunda vez el maestro.
- No respondieron -contesta el discípulo.

Y el maestro concluye:
- Así debes ser tú: indiferente como un muerto ante los halagos o los insultos de las otras personas.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Viaje al campo

Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo, con el firme propósito de que viera cuan pobres eran las gentes del campo. Estuvieron por espacio de un día y una noche completa en una granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje y de regreso a casa, el padre le pregunta a su hijo:
- ¿Qué te pareció el viaje?
- ¡Muy bonito Papá!
- ¿Viste qué tan pobre puede ser la gente?
- ¡Sí!
- Y, ¿qué aprendiste?
- Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro.
Nosotros tenemos una piscina que llega de una pared a mitad del jardín, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin.
Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas.
Nuestro patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen todo un horizonte de patio.
Ellos tienen tiempo para conversar y estar en familia; tú y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.

Al terminar el relato, el padre se quedó mudo. Y su hijo agregó:
- ¡Gracias Papá por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser!

miércoles, 26 de septiembre de 2007

La creación perfecta

Y el Señor, creó a la mamá; ya estaba en su sexto día (tiempo extra).
Un Ángel se apareció y le dijo:
- ¿Qué estás haciendo que tanto entusiasmo le pones?.

El Señor le contestó:
- ¿Has leído las especificaciones de esta orden? ¡Es una mamá! Tiene que ser completamente lavable y no de plástico, tener 180 partes movibles y reemplazables, debe poder trabajar con sólo beber agua y poder vivir de sobras, tener un asiento en las piernas que al pararse desaparece, debe dar besos que curan desde una pierna rota hasta un corazón desilusionado y tener seis pares de manos.

El Ángel le dijo:
- ¿¡Seis pares de manos!? ¡Imposible!

- Pero no son las manos las que me preocupan - dijo el Señor - son los tres pares de ojos que este modelo debe llevar, un par que mira a través de las puertas cerradas, un par en la parte de atrás de la cabeza que adivina cualquier peligro y, por supuesto, un par en la frente que ve cuándo el hijo comete un error, y lo ve y le dice sin hablar: "entiendo y te quiero hijo".

El Ángel tocándole la manga a su Señor le dijo:
- Señor, vamos a dormir, ya seguirás mañana.

- No, no puedo - dijo el Señor - estoy a punto de crear a alguien tan cerca de mí, que debo terminar. Debe ser alguien que se cure solo, alguien que resuelve todo, que pueda alimentar a una familia de seis con unos cuantos billetes, que logre meter a un niño de nueve años bajo la regadera y contarle un cuento capaz de tranquilizarlo.

El Ángel rodeó el modelo reservado de la mamá y dijo:
- Es muy suave y se ve fuerte.

El Señor le contestó:
- No te puedes imaginar lo que esta madre puede hacer y tolerar.

- ¿Puede pensar? - preguntó el Ángel.

- No solo pensar sino razonar y complementar - dijo el Señor.

El Ángel volvió a preguntar:
- ¿Y esa lágrima en los ojos, para qué es?

- Es - dijo el Señor - de gozo, tristeza, decepción, dolor, soledad, orgullo, alegría.

- Señor - dijo el Ángel - ¡eres un genio!

Y el Señor, mirando tristemente su modelo, dijo:
- Lo malo es que nunca tendrá descanso y jamás obtendrá ni la mitad de amor que ha derrochado por eso: ¡le doy mi bendición muy especial! Esta es mi creación perfecta.

La sopa de la sopa del ganso

En cierta ocasión un pariente visitó a Nasruddin, llevándole como regalo un ganso. Nasruddin cocinó el ave y la compartió con su huésped.

No tardaron en acudir un huésped tras otro, alegando todos ser amigos de un amigo "del hombre que te ha traído el ganso".

Naturalmente, todos ellos esperaban obtener comida y alojamiento a cuenta del famoso ganso.

Finalmente, Nasruddin no pudo aguantar más. Un día llegó un extraño a su casa y dijo:
- Yo soy un amigo del amigo del pariente tuyo que te regaló un ganso.
Y, al igual que los demás, se sentó a la mesa esperando que le dieran de comer.

Nasruddin puso ante él una escudilla llena de agua caliente.
- ¿Qué es esto? - preguntó el otro.

- Esto - dijo Nasruddin - es la sopa de la sopa del ganso que me regaló mi pariente.

lunes, 24 de septiembre de 2007

La caja llena de besos

Hace ya un tiempo, un hombre castigó su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado. El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia, cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de Navidad, más sin embargo la niña le llevo el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo: "Esto es para ti, Papito".
Él se sintió avergonzado de su reacción de furia, pero volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía. Le volvió a gritar diciendo: "¿Qué no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?"

La pequeñita volteó hacia arriba con lagrimas en los ojos y dijo, "Oh, Papito, no esta vacía, yo soplé besos adentro de la caja. Todos para ti, Papi."

El Padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara.

Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, él tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.


En una forma muy sensible, cada uno de nosotros los humanos, hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos, amigos y familia.
Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.

viernes, 21 de septiembre de 2007

La Tristeza y la Furia

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta…

En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas…

Había una vez un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente.

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.

Las dos se quitaron sus vestimentas y, desnudas las dos, entraron al estanque.

La furia, apurada como siempre está la furia, urgida –sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún salió del agua.

Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró.

Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza… Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma y muy serena; dispuesta, como siempre, a quedarse en el lugar donde está; la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba…

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta, es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad… está escondida la tristeza…

Autor: Jorge Bucay

jueves, 20 de septiembre de 2007

El círculo del 99

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente muy feliz.
Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.

Un día el rey lo mandó a llamar.
- Paje -le dijo- ¿Cuál es el secreto?
- ¿Qué secreto, Majestad?
- ¿Cuál es el secreto de tu alegría?
- ¡No hay ningún secreto, Alteza!
- No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
- No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
- ¿Por qué está siempre alegre y feliz? ¿Por qué?
- Majestad, no tengo razones para estar triste. Amo a Dios sobre todo, su Alteza me honra permitiéndome atenderlo, tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz?
- Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar, -dijo el rey-. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado!!!!
- Pero, Majestad, no hay otro secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando...
- Vete, ¡Vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió un poco asustado, hizo una reverencia y salió de la habitación.

El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.

Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana.
- ¿Por qué él es feliz?
- Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo...
- ¿Fuera del círculo?
- Así es.
- ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
- No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
- A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
- Así es.
- ¿Y cómo salió?
- Nunca entró.
- ¿Qué circulo es ese?
- El círculo del 99.
- Verdaderamente, no te entiendo nada.
- La única manera para que entendiera, sería mostrártelo en los hechos.
- ¿Cómo?
- Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
- Eso, obliguémoslo a entrar.
- No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
- Entonces habrá que engañarlo.
- No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solito, solito. Son pocos los hombres tan grandes que sean capaces de resistir.
- ¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
- No, al contrario. Pensará que es su fortuna.
- Y después, cuando se sienta infeliz, ¿no podrá salir?
- Si podría, pero muy pocos hombres son capaces de lograrlo. Les llamamos "santos".
- ¿Qué esperas? Hagamos la prueba.
- Majestad, ¿Está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?
- Sí- Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
- ¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
- Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
- Hasta la noche.

Así fue.
Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba.
Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: “Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste.”
Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver la escena.
El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido de la bolsa sobre la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían, ¡Era una montaña de monedas de oro! Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él.
El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60 hasta que formó la última pila: ¡¡¡9 monedas !!!
Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. “No puede ser”, pensó.
Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja.
- ¡Me robaron! -gritó- me robaron, ¡¡malditos!!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro “sólo 99”.

“99 monedas. Es mucho dinero”, pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo, pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.

El rey y su asesor miraban por la ventana.
La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes.

El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguno de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.
¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo.
Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. “Doce años es mucho tiempo”, pensó. Quizás pudiera decirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡¡¡Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.... vender.... Vender.... estaba haciendo calor.
¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.

El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99...

Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche.

Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando y amargado.
- ¿Qué te pasa? -preguntó el rey de buen modo.
- Nada me pasa, nada me pasa.
- Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
- Hago mi trabajo, ¿No?
¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también?

No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje del círculo del 99."

Autor: Jorge Bucay

Comentarios del propio autor:
"Vos y yo y todos nosotros hemos sido educados en esta estúpida ideología: Siempre nos falta algo para estar completos, y sólo completos se puede gozar de lo que se tiene.
Por lo tanto, nos enseñaron, la felicidad deberá esperar a completar lo que falta... Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca se puede gozar de la vida.
Pero qué pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos cuenta, así, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por ciento del tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve, que todo es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que jalemos del carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados.
Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga igual...
...Cuántas cosas cambiarían si pudiéramos disfrutar de nuestros tesoros tal como están..."
Siempre nos sentimos incompletos, siempre, es lo que explicaba en el post ya mencionado antes... ¿Porque no pensar que las 99 monedas son el 100% de nuestra felicidad, y así, dejar de buscar la que creemos que nos falta?
¿Cual es la que te falta a tí?

miércoles, 19 de septiembre de 2007

El carpintero

Un carpintero ya entrado en años estaba listo para retirarse. Le dijo a su Jefe de sus planes de dejar el negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su esposa y disfrutar de su familia. Él iba a extrañar su cheque mensual, pero necesitaba retirarse. Ellos superarían esta etapa de alguna manera.

El Jefe sentía ver que su buen empleado dejaba la compañía y le pidió que si podría construir una sola casa más, como un favor personal. El carpintero accedió, pero se veía fácilmente que no estaba poniendo el corazón en su trabajo. Utilizaba materiales de inferior calidad y el trabajo era deficiente. Era una desafortunada manera de terminar su carrera.

Cuando el carpintero terminó su trabajo y su Jefe fue a inspeccionar la casa, el Jefe le extendió al carpintero, las llaves de la puerta principal:
- Esta es tu casa – dijo - es mi regalo para ti.

¡Qué tragedia! ¡Qué pena! Si solamente el carpintero hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho de manera totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa que construyó "no muy bien" que digamos!


Así que está en nosotros. Construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando cuando deberíamos actuar, dispuestos a poner en ello menos que lo mejor. En puntos importantes, no ponemos lo mejor de nosotros en nuestro trabajo.

Entonces con pena vemos la situación que hemos creado y encontramos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.

Piensen como si fueran el carpintero. Piensen en su casa. Cada día clavamos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Construyan con sabiduría. Es la única vida que podrán construir. Inclusive si solo la viven por un día más, ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.

La placa en la pared dice:
"La Vida Es Un Proyecto de Hágalo Usted Mismo".
¿Quién podría decirlo más claramente? Su vida ahora, es el resultado de sus actitudes y elecciones del pasado. ¡Su vida mañana será el resultado de sus actitudes y elecciones hechas HOY!

"Los únicos errores que cometemos en la vida son las cosas que no hacemos."

martes, 18 de septiembre de 2007

El juicio

En una aldea había un anciano muy pobre, pero hasta los reyes envidiaban porque poseía un hermoso caballo blanco.
Los reyes le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo pero el hombre decía:
- Para mí, él no es un caballo, es una persona. ¿Y cómo se puede vender a una persona, a un amigo?
Era un hombre pobre pero nunca vendió su caballo.

Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el pueblo se reunió diciendo: "Viejo estúpido. Sabíamos que algún día le robarían su caballo. Hubiera sido mejor que lo vendieras. ¡Qué desgracia!".

- No vayáis tan lejos - dijo el viejo - Simplemente decid que el caballo no estaba en el establo. Este es el hecho, todo lo demás es vuestro juicio. Si es una desgracia o una suerte, yo no lo sé, porque esto apenas es un fragmento. ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?

La gente se rió del viejo. Ellos siempre habían sabido que estaba un poco loco. Pero después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado, se había escapado. Y no solo eso sino que trajo consigo una docena de caballos salvajes.
De nuevo se reunió la gente diciendo: "Tenías razón, viejo. No fue una desgracia sino una verdadera suerte”.

- De nuevo estáis yendo demasiado lejos - dijo el viejo- Decid solo que el caballo ha vuelto... ¿quien sabe si es una suerte o no? Es sólo un fragmento. Estáis leyendo apenas una palabra en una oración. ¿Cómo podéis juzgar el libro entero?

Esta vez la gente no pudo decir mucho más, pero por dentro sabían que estaba equivocado. Habían llegado doce caballos hermosos...

El viejo tenía un hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más tarde se cayó de un caballo y se rompió las dos piernas. La gente volvió a reunirse y a juzgar: "De nuevo tuviste razón" – dijeron -. ”Era una desgracia. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas y a tu edad él era tu único sostén. Ahora estás más pobre que nunca”.

- Estáis obsesionados con juzgar - dijo el viejo - No vayáis tan lejos, sólo decid que mi hijo se ha roto las dos piernas. Nadie sabe si es una desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos y nunca se nos da más que esto.

Sucedió que pocas semanas después el país entró en guerra y todos los jóvenes del pueblo eran llevados por la fuerza al ejército. Sólo se salvó el hijo del viejo porque estaba lisiado. El pueblo entero lloraba y se quejaba porque era una guerra perdida de antemano y sabían que la mayoría de los jóvenes no volverían. "Tenías razón viejo era una fortuna. Aunque tullido, tu hijo aún está contigo. Los nuestros se han ido para siempre".

- Seguís juzgando- dijo el viejo. Nadie sabe. Sólo decid que vuestros hijos han sido obligados a unirse al ejército y que mi hijo no ha sido obligado.

lunes, 17 de septiembre de 2007

El otro yo

Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era su deseo.

Una tarde Armando llegó cansado del trabajo, se quitó los zapatos, movió lentamente los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la mañana siguiente se había suicidado.

Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó.

Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le llenó de felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a escuchar que comentaban: «Pobre Armando y pensar que parecía tan fuerte y saludable».
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el Otro Yo.

Autor: Mario Benedetti

viernes, 14 de septiembre de 2007

El mago y el ratón

Era un gran mago que todo lo podía, de fuerza y poder extraordinario. Un día, en su camino vio a un pequeño, al verlo se dijo a sí mismo: "Haré algo bueno por él".
Sus palabras se dirigieron entonces al frágil ratoncito:
- Has pasado por mi camino, en premio, ya no serás más un ratón, serás la más bella de las mujeres, la más talentosa, la más llena de todas las virtudes.

Dicho esto, con un breve ademán, la convirtió, según su propósito, en una bella doncella. Una vez hecho esto le dijo:
- Ahora, ¿qué deseas?, pídame lo que quieras, mi fuerza y mi poder es grande. Dime qué es lo que deseas, que yo te lo concederé.

La doncella respondió:
- Quiero casarme con el ser más poderoso de la Tierra.

El mago respondió:
- Te casaras con el Sol, él es quién da Luz y Calor al planeta.

El Sol respondió:
- ¿Qué tanto es mi valor y mi poder que una simple nube puede cubrirme y quitar mi calor?

El mago reflexionó y dijo:
- Es cierto, entonces, será con las nubes que son capaces de tapar al sol, que nos dan la lluvia para que crezcan los campos, con el agua que es indispensable para la vida.

Más el ser de las nubes respondió:
- Tanta es mi fuerza y mi importancia, que el viento, solo, me mueve a su antojo.

Nuevamente el mago pensó:
- Es cierto, te casaremos con el viento.

El viento, habiendo escuchado dijo:
- Tanta es mi fuerza, que una montaña me detiene y no puedo pasar a otro lado, me estrello contra ella, y más no puedo avanzar.

El mago se quedó razonando nuevamente:
- ¡Ya sé!, te casarás con el espíritu de la montaña, nadie la mueve.

A lo que la montaña respondió:
- No soy el más poderoso de la Tierra... ¿Qué tanto es mi valor, que un simple ratoncito me roe las entrañas, y hace su madriguera dentro de mí?

Comprendiendo el mago la verdad de todo lo anteriormente dicho, y sin decir más, volvió a su forma original a la que antes era una ratoncita.

Luego la observó alejarse con el ratón que roía las entrañas de las montañas y comprendió el mago:
- Nadie es más fuerte y nadie es mejor, sólo Dios en su infinita sabiduría da a cada ser su lugar. Cada uno tiene su importancia, cada uno es hijo de Dios, en las múltiples manifestaciones del ser.

No traten de ser como tal o cual persona, porque cada uno tiene su valor, cada uno en lo que desarrolla, en el servicio que presta, en el servicio que les nace hacer, ahí está su lugar. Cada uno en el lugar que le corresponde realiza su misión, con humildad recuerden que los últimos serán los primeros.

jueves, 13 de septiembre de 2007

El tonto y la moneda

Se cuenta que en un pequeño pueblo, un grupo de personas se divertían con el tonto del lugar, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía de hacer pequeños recados y limosnas.

Diariamente algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 40 reales y otra de menor tamaño, pero de 200 reales.

Él siempre cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.

Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y este le respondió:

- Lo sé, no soy tan tonto, vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguito acaba y no voy a ganar más mi moneda.

Esta historia podría acabar aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias moralejas:

- La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es.

- La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?

- La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.

Pero la conclusión más interesante es: Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.

El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto, delante de un tonto que aparenta ser inteligente.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Te estaré esperando

Cierto día acaecía un gran alboroto en el jardín de Don Pepe, las gallinas revoloteaban de un lado para otro y las aves silvestres saltaban de rama en rama produciendo sonidos suaves y acogedores que invitaban a soñar despierto.

Los animales que habitaban en tan inmenso solar, se preparaban para organizarle una despedida al mejor de todos los amigos... El pato Jack.
El había decidido, como es costumbre en los animales de su especie, tomar vuelo al sur, esperando llegar a ningún lugar, sabiendo que no alcanzaría su meta, porque antes que lograra hacerlo, la muerte ya habría venido por él. Pero eso no era impedimento, y no lo era porque Jack era un animal de fe, no importaba si llegaba o no, lo único que valía era intentarlo.

La fiesta fue como cualquier otra fiesta de animales....Bailes de gallinas, coros de patos, ladridos de perros y uno que otro pollito pisado por algún gato que en su afán de no pasar desapercibido no se fija en sus amigos de menor tamaño. Todo trascurría normal, pero como en toda despedida que se respete, llego el momento de los discursos, el brindis y los abrazos que no habían de faltar. La primera intervención la hizo la Gallina Teresa, que era la de más antigüedad y según el comentario de algunos animales tenia la mejor oratoria de toda la región:
- Amigo Jack - pronunció, calló por un momento y luego continuó - Sepa usted que se lleva nuestro corazón, sepa también que todos los animales aquí presentes lo respetamos y admiramos por su compañerismo y apoyo en los momentos críticos de nuestras vidas...aún recuerdo cuando ayudó a escapar a Carmensa de las manos de nuestro dueño, si no hubiese sido por usted, la pobre por estos días seria abono de la huerta... - Y así continuó hablando por largo rato.

Después de la intervención de Teresa, vinieron muchas más que no precisare relatar, pero solo faltaba una, la del pequeño gatito hijo del descuidado Muc. Los animales cansados por tremendo pastel no querían escuchar más y pidieron a Reggi, el gatito, que aplazara sus palabras para después, que ya era tiempo de descansar. Reggi sabia que no habría un después y pese a todas las exhortaciones para que no hablara, saltó sobre una mesa y sacando pecho expresó:
- Apreciados amigos, quiero decirles que respeto la decisión de nuestro compañero Jack, pero no considero necesario ese viaje que piensa hacer.... tal vez porque nosotros los gatos no tenemos instinto de migración.... Para qué ir al sur y abandonar a sus amigos... ¿Para que? Cuando el fácilmente se puede quedar aquí con nosotros, pasando ratos agradables como los que hemos pasado. Pero como ya es una decisión tomada, solo me resta decirle que le deseo feliz viaje y que aquí lo estaré esperando para cuando regrese darle el mayor de los abrazos.

Los animales se burlaron de tan ilusa apreciación, pero Reggi, en su inocencia, estaba dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario.

Los años pasaron y Reggi ya no era el pequeño gatito del jardín, ahora era el más grande y apuesto de todos los animales, aún con su corazón de niño, mantenía la ilusión de ver llegar volando por el inmenso cielo azul a su amigo Jack. Es preciso señalar que de los animales que asistieron a la despedida solo quedaba Reggi, porque hasta los más pequeños polluelos que acudieron ya habían sido vendidos.

En la primera mañana de abril, Reggi vio llegar a un viejo pato al jardín y corriendo fue a su encuentro...gran sorpresa se llevo cuando vio que era su viejo amigo Jack, el abrazo que tiempo antes le había prometido no pudo faltar y después de un reconocimiento del mal estado en que se encontraba su antiguo compañero de jardín, Reggi le preguntó:
- ¿Pudiste llegar al sur? ¿Cumpliste tu sueño?
Jack le respondió:
- Logré algo mejor...¡logré llegar a ti!

Autor: Juan José Vargas Camejo

martes, 11 de septiembre de 2007

Las siete maravillas

Un grupo de estudiantes de Geografía, estudiaban las siete maravillas del mundo. Al terminó de la clase, se le pidió hacer una lista de la que ellos consideraban deberían ser actualmente las 7 maravillas del Mundo.

A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente: Las pirámides de Egipto, El Taj Mahal, El Gran Cañón, El canal de Panamá, El Empire State, La Basílica de San Pedro y La Muralla China.

Mientras se hacía la votación el maestro notó que una estudiante permanecía callada y no había entregado aun su lista. Así que le preguntó si tenía problema para terminar de hacer su elección. La muchacha tímidamente respondió:
- Si, un poco. No podía decidirme pues son tantas las maravillas.
- Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos discutirlo.

La muchacha titubeó y después leyó:
- Creo que la siete maravillas de mundo son: Poder tocar, Poder saborear, Poder ver, Poder escuchar. Titubeando un poco continuó: Poder sentir, Poder reír, y...Poder amar.

Al terminar de leerlas el salón de clase quedó en un silencio absoluto. Son tantas las maravillosas que tenemos y no las valoramos.


Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo eran: la Gran Pirámide de Giza, los Jardines colgantes de Babilonia, el Templo de Artemisa, la Estatua de Zeus en Olimpia, el Sepulcro de Mausolo (Mausoleo) en Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría.

Las Nuevas Siete Maravillas (desde el 07-07-07) son: la Gran Muralla China, la Ciudad de Petra en Jordania, el Cristo Redentor en Rio de Janeiro (Brasil), la ciudadela de Machu Picchu en Cusco (Perú), el Templo de Kukulkán en Chichen Itzá (México), el Anfiteatro Flavio en el Coliseo Romano en Roma (Italia) y el Mausoleo del Taj Mahal en Agra (India).

lunes, 10 de septiembre de 2007

Nieve

Una nieve dura, fría, inhumana caía sobre una pequeña aldea, perdida al final del mundo. En ese pueblo jamás creció una flor, jamás cantó un ruiseñor. Los vecinos del pueblo, tristes y fríos, no hablaban ni reían. Cuando salían de sus casas, lo hacían corriendo, sin perder tiempo en echar una mirada a su alrededor. No había nada que ver: todo esta cubierto por la nieve, a veces blanca, a veces gris.

Los niños no conocían ningún cuento, ninguna canción. Ningún juego. Sólo sabían leer y contar. Tenían la misma mirada triste que sus padres. Su futuro se limitaba a ver las mismas personas las mismas cosas durante le resto de sus vidas. Nada merecía la pena.

Un día, en este lejano y frío pueblecito perdido en el último rincón donde acaba el mundo pasó un ruiseñor y se posó en una de las ventanas de la panadería, único sitio de donde emanaba un suave calorcito. La vieja panadera, extrañada, se le acercó y le preguntó: ¿Pajarito, te ocurre algo?

El ruiseñor en un santiamén se acurrucó en el hombro de la anciana y le susurró al oído. “Pronto llegará una bella y desolada mujer que huye de la traición y del engaño. No la rechacéis por el color de su piel, de su cabello, de sus ojos. Será la luz que os salve de vuestras tinieblas.”

Ese día la mujer contó a su familia y a todos sus vecinos lo ocurrido. Nadie la creyó. Nunca ningún pájaro se había detenido en la aldea. Además, todo el mundo sabía, por haberlo aprendido en el colegio que los animales no hablaban. Nadie sabía que los cuentos existían y que a menudo, un protagonista se escapaba de las páginas mágicas para transformar la vida de la gente triste, ignorante y a veces cruel.

Durante este duro invierno, la anciana murió suplicando a sus familiares que atendiesen de lo mejor posible a todos los extranjeros que acudieran al pueblo.

El día del entierro, apareció por la aldea una mujer morena de largo cabello negro. Sus ojos tenían el color y el calor de la miel dorada recién sacada de los panales, su voz era semejante al canto del ruiseñor… pero no la entendían.

No entendían su idioma, su forma rara de vestir ni la tristeza que invadía sus bellos ojos.

Algunos tuvieron miedo. Podía ser la enviada del demonio por su piel oscura, sus ojos amarillos y ese idioma que nadie conocía. Otros recordaron las palabras de la anciana y se conmovieron. Esta bella mujer necesitaba ayuda, tenía frío y hambre. Su cuerpo y su alma estaban heridos.

La cobijaron, le dieron comida, afecto.

A final del invierno se percataron que la bella mujer esperaba un bebe que no tardaría en nacer.

Una mañana gris del mes de Abril, después de una tempestad de nieve, el bebe decidió que ese día era propicio para nacer. Por primera vez, después de muchos siglos de indiferencia el pueblo se conmovió. Era el primer bebe que nacería antes de que bajaran las temperaturas. Todas las mujeres sabían que sus hijos tenían que venir al mundo entre Junio y Agosto para poder sobrevivir. Este pobre renacuajo no soportaría los diez bajo cero de aquella mañana.

El niño nació. En vez de llorar cantó como un ruiseñor, abrió sus ojos color de miel y sonrió a todos los que estaban a su alrededor. Su piel era oscura como la de su madre y su fino pelo tenía el mismo color miel que sus ojos.

Unos minutos después de su nacimiento los aldeanos vieron con gran sorpresa que el sol brillaba, que la nieve se derretía, que una manada de pájaros sobrevolaba el pueblo. Un milagro acaba de ocurrir. Era la primera vez que aparecía el sol, que una bandada de pájaros intentaba anidar en los árboles desnudos del último pueblo al final del mundo.

Era la primera vez que se reían, que tenían calor y veían brotar del suelo unas florecillas cuyos colores formaban el arco-iris.

El ruiseñor volvió y se posó en la ventana de la panadería. La gente formó un corro para escucharle. Les contó un cuento y la magia de las palabras envolvió el corazón de todos. Habían entendido, que para que cambiase sus vidas tenían que pararse a escuchar y ayudar a lo demás.

La vida, el mundo, sólo cambiaron cuando los vecinos del pueblo miraron a su alrededor, entendieron el sufrimiento de los demás.

Autor: Harmonie Botella

viernes, 7 de septiembre de 2007

El extraño velorio

Aconteció un día, en una reconocida Empresa cuando los empleados llegaron a trabajar, encontraron en la recepción un enorme letrero en el que estaba escrito:
AVISO IMPORTANTE: “Se informa a todo el personal que en el día de ayer falleció la persona que impedía y limitaba el progreso suyo en esta empresa. Todo el Personal está invitado y deberá asistir obligatoriamente y sin excepciones al velorio que se efectuará en el área de deportes”

Al comienzo, el asombro fue unánime y la tristeza inicial por la muerte de uno de sus compañeros, se tornó en curiosidad, al ignorar la identidad del difunto comenzaron a conjeturar y especular en su afán por saber quien era la persona que les estaba impidiendo y limitando su crecimiento propio en la Empresa.

Los de Administración creían que había sido el Gerente el cual era un Ogro, Atorrante, Déspota e Inepto que menospreciaba a todos los que tenía bajo su mando.

Los de Cartera suponían que era el Contador General el cual era un Patán, Engreído y Cruel que no respetaba nada ni a nadie y se complacía en Humillar a sus subalternos.

Los de Recursos Humanos intuían que era el Jefe de Personal que era un Atarvan, Intolerante y Egocéntrico que desconocía totalmente las Relaciones Humanas y el trato Digno a las personas.

Los de Computación pensaban que era el Ingeniero de Sistemas, el cual era una Lumbrera en su oficio, pero deficiente en trato humano y como persona fracasaba estruendosamente.

Los de Planta imaginaban que era el Ingeniero de Producción el cual era un Tirano, Altanero, Abusivo y Soez que no valoraba la calidad ni las capacidades del personal a su cargo y los trataba como esclavos.

Los de Vigilancia estaban convencidos que había sido el Indeseable Supervisor el cual los atormentaba en jornadas eternas con turnos extenuantes, y los mantenía en permanente zozobra con la amenaza de despedirlos a la menor falta que cometían.

En fin todos y cada uno de los empleados asumían que el muerto era su inmediato superior y si bien no se alegraban, tampoco les causaba pesar sintiendo en cambio un Egoísta y Vergonzoso alivio.

La agitación de la muchedumbre en la puerta de entrada al área deportiva se puso tan incontrolable, que fue necesario conformar de emergencia un grupo de apoyo con voluntarios de Recursos Humanos y Vigilancia y previniendo que no ocurriera una estampida se organizó a todo el Personal de la Empresa en una Larga e interminable fila para poder ver al difunto.

Conforme cada una de los empleados iba acercándose al féretro, ubicado de forma tal que nadie podía devolverse siendo obligado a salir por otra puerta, el suspenso y la excitación aumentaba: ¿Quién será el que me estaba impidiendo Progresar?

Cuando por fin le tocaba el turno al que estaba al frente de la fila y se aproximaba con Temor y Respeto mirando el contenido del ataúd la reacción era inmediata: Lanzando una exclamación y tragando saliva en seco con la boca abierta por el estupor, quedaba inmóvil unos instantes por el impacto en la sorpresa más extraordinaria y Estupefacto, Azorado, Confundido, Cabizbajo y Apenado, se retiraba en el más absoluto silencio, aumentando la Ansiedad de los demás que estaban detrás en la fila, la imagen de lo que había visto era Desquiciante, llenándole de Pánico lo más profundo del Alma, Afectándole tanto o más que si se le hubiera muerto la misma Madre...

Pues bien, cuando cada persona se acercaba al ataúd y miraba adentro advertía que en el interior del féretro faltaba el cadáver, en el fondo del Cajón ¡¡¡simplemente había un espejo en cuyo reflejo la persona se veía así misma!!!... y un cártel pegado en la parte baja que decía:
”Solo existe una persona capaz de limitar e impedir tu crecimiento: ¡TU MISMO!

Tú eres la única persona que puede perjudicar tu vida y tú eres la única persona que se puede ayudar a sí mismo...
Tu vida no cambia cuando cambia tu Empresa o cambia tu Jefe, o cuando tus Padres cambian o cambia tu Pareja...
Tu vida cambia cuando Tú cambias, tú eres el único responsable de ella...

La vida es como un espejo que devuelve a cada persona el reflejo de sus propios pensamientos...La manera como tú encaras tu vida es lo que hace la Diferencia
¡Tú eres la única persona que puede hacer una Revolución en tu vida!

“Los tristes (Pesimistas) piensan que el viento gime, los alegres (Optimistas) piensan que canta”

Autor: Eliseo Jiménez Jr

jueves, 6 de septiembre de 2007

Ahora lo entiendo

Siendo niño pertenecí al Movimiento Scout. Ahí nos enseñaban, entre otras cosas, la importancia de la 'Buena Acción' que consistía en realizar todos los días actos generosos y nobles, como recoger algún papel en la calle y botarlo en la papelera, ayudar en la casa a lavar platos, cuidar la fauna y la flora, ayudar a alguna persona anciana o impedida a cruzar la calle, etc. Me gustaba mucho cumplir esa tarea.

Un día caminaba por una calle de la ciudad de Coro y vi a un perro tirado en plena vía sin poder moverse. Estaba herido, un carro lo había atropellado y tenía rotas las dos patas traseras, los vehículos le pasaban muy de cerca y mi temor era que lo mataran porque era imposible que él solo pudiera levantarse.

Vi allí una gran oportunidad para hacer la 'Buena Acción' y como buen Scout detuve el tráfico, me dispuse a rescatar al perro herido y ponerlo a salvo para entablillarle las patas. Yo nunca había entablillado a nadie pero el 'Manual Scout' decía cómo hacerlo. Con mucho amor y entrega me acerqué, lo agarré pero me clavó los dientes en las manos. Inmediatamente me llevaron a la Sanidad y me inyectaron contra la rabia, aunque la rabia por la mordida no se me quitó con la vacuna.

Durante mucho tiempo no entendí por qué el perro me había mordido si yo sólo quería salvarlo y no hacerle daño, no sé que pasó y no me lo pude explicar. Yo quería ser su amigo, es más, pensaba curarlo, bañarlo, dejarlo para mí y cuidarlo mucho. Esta fue la primera decepción que sufrí por intentar hacer el bien, no lo comprendí. Que alguien haga daño al que lo maltrata es tolerable, pero que trate mal a quien lo quiera ayudar no es aceptable.

Pasaron muchos años hasta que vi claro que el perro no me mordió, quien me mordió fue su herida; ahora si lo entiendo perfectamente.

Cuando alguien está mal, no tiene paz, está herido del alma y si recibe amor o buen trato: ¡Muerde! Pero él no hunde sus dientes, es su herida la que los clava.

Comprende el malestar de las personas que te rodean. Cuando alguien te grita, te ofende, te critica o te hace daño no lo hace porque te quiere mal sino porque está herido, está herido del alma, se siente mal o algo malo está pasando por su vida. No te defiendas ni lo critiques, más bien compréndelo, acéptalo y ayúdalo. Ahora lo entiendo.

Autor: Padre Ricardo Bulmez

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Los 2 mares de Palestina

Hay dos mares en Palestina.

Uno es fresco y lleno de peces, hermosas plantas adornan sus orillas; los árboles extienden sus ramas sobre el y alargan sus sedientas raíces para beber sus saludables aguas y en sus playas los niños juegan.
El río Jordán hace este mar con burbujeantes aguas de las colinas, que ríen en el atardecer. Los hombres construyen sus casas en la cercanía y los pájaros sus nidos y toda clase de vida es feliz por estar allí.

El río Jordán corre hacia el sur a otro mar.
Aquí no hay trazas de vida, ni murmullos de hojas, ni cantos de pájaros ni risas de niños. Los viajeros escogen otra ruta, solamente por urgencia lo cruzan. El aire es espeso sobre sus aguas y ningún hombre ni bestias, ni aves la beben.

¿Qué hace esta gran diferencia entre mares vecinos?
No es el río Jordán. Él lleva la misma agua a los dos. No es el suelo sobre el que están, ni el campo que los rodea.

La diferencia es esta:

El mar de Galilea recibe al río pero no lo retiene. Por cada gota que a el llega, otra sale. El dar y recibir son en igual manera.

El otro mar es un AVARO... guarda su ingreso celosamente, No tiene un generoso impulso. Cada gota que llega, allí queda.

El mar de Galilea da y VIVE.
El otro mar no da nada. Le llaman el mar MUERTO.

martes, 4 de septiembre de 2007

¿Buena o mala suerte?

A pesar de ser un campesino muy pobre, tenía un caballo extraordinario, tan fino que el señor del castillo quería comprárselo, pero el viejo labriego se rehusaba a vendérselo.

- Para mí, este caballo no es solamente un animal, es un amigo. ¿Cómo puedo vender yo a un amigo?

Una mañana el labrador entró al establo y no encontró a su caballo. Al enterarse, los vecinos le dijeron:
- Te lo advertimos. Debiste haber vendido el caballo, te negaste y ahora te lo robaron. ¡Qué mala suerte tienes!

El viejo hombre les respondía:
- ¿Mala, o más bien buena suerte?

Todos se burlaban de él.

Dos semanas después, el caballo regresó seguido de una manada de potros salvajes.
Su corcel había escapado detrás de una hermosa yegua y retornaba ahora con la manada entera siguiéndolos.

- ¡Qué suerte! -exclamaron los vecinos.

El viejo hombre inició entonces con su hijo la tarea de domar los caballos. Una semana más tarde, el muchacho se rompió una pierna entrenando a los potros.

- ¡Qué infortunio! ¿Quién lo va a relevar, si no tiene cómo contratar a un reemplazo? –comentaron los vecinos.

El anciano les contestó:
- ¿Mala, o buena suerte?

Pasaron unas semanas, cuando de repente el ejército real llegó al pueblo y enlistó a los jóvenes en sus filas. Todos fueron enrolados excepto el hijo del viejo, quien no les interesó, porque tenía una pierna fracturada.

- ¡Qué suerte tienes! -le dijeron los vecinos llorando-. A nuestros hijos se los llevaron a la guerra y probablemente morirán, mientras tu hijo permanecerá contigo.

Conmovido, el viejo hombre replicó:
- Buena o mala suerte, ¿quién sabe?


La vida es más rica y generosa que nuestra imaginación. Todo lo que nos sucede, por muy difícil y doloroso que sea, está cargado de tesoros y posibilidades.
Abre tu corazón y tu mente. Usa tu fuerza y tu coraje para buscar lo mejor de cada situación. Así harás más llevaderas las adversidades. Las podrás usar para crecer y sobre todo contribuirás a tu felicidad y a la de los tuyos.

lunes, 3 de septiembre de 2007

El gusano y el escarabajo

Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas. El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie.

El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.

Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano.

¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano? A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos.

¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos?

Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir.

Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.

Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día aprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen.

El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba. En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente. Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.

El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.

El escarabajo aprendió varias lecciones ese día:

La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo. También entendió que el tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las limitantes propias ni las ajenas. Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más nos afectan.

Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo de la confianza se van con él.

El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla escurrirse como agua entre los dedos.

Si tienes un amigo no pongas en tela de duda lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores. No te fijes demasiado en cómo habla, cuánto tiene, qué come o qué hace, pues estarás poniendo en una vasija rota tu confianza.

Reconoce la riqueza de quien es diferente de ti y está dispuesto a compartir sus ideales y temores, pues esto alimenta el espíritu de supervivencia más que un buen platillo.

La esencia del gusano y el escarabajo se volvió una en el plano que se encuentra más allá de este mundo, volviendo al regocijo que en esta vida habían encontrado.


Dijo la madre Teresa: "Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacer a algún humano, debo hacerlo ahora, porque no pasaré de nuevo por ahí".