miércoles, 21 de noviembre de 2007

El ego

Un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción.
Un día se enteró de que andaba buscándole el Ángel de la Muerte, y entonces hizo doce copias de sí mismo.

El Ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.

Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una ingeniosa estratagema.

Regresó de nuevo y dijo:
- Debe de ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo, sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto.

El científico pegó un salto y gritó:
- ¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?

- Justamente aquí - respondió el Ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo - Todo lo que hace falta para descubrir al 'ego' es una palabra de adulación o de crítica.

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