viernes, 14 de septiembre de 2007

El mago y el ratón

Era un gran mago que todo lo podía, de fuerza y poder extraordinario. Un día, en su camino vio a un pequeño, al verlo se dijo a sí mismo: "Haré algo bueno por él".
Sus palabras se dirigieron entonces al frágil ratoncito:
- Has pasado por mi camino, en premio, ya no serás más un ratón, serás la más bella de las mujeres, la más talentosa, la más llena de todas las virtudes.

Dicho esto, con un breve ademán, la convirtió, según su propósito, en una bella doncella. Una vez hecho esto le dijo:
- Ahora, ¿qué deseas?, pídame lo que quieras, mi fuerza y mi poder es grande. Dime qué es lo que deseas, que yo te lo concederé.

La doncella respondió:
- Quiero casarme con el ser más poderoso de la Tierra.

El mago respondió:
- Te casaras con el Sol, él es quién da Luz y Calor al planeta.

El Sol respondió:
- ¿Qué tanto es mi valor y mi poder que una simple nube puede cubrirme y quitar mi calor?

El mago reflexionó y dijo:
- Es cierto, entonces, será con las nubes que son capaces de tapar al sol, que nos dan la lluvia para que crezcan los campos, con el agua que es indispensable para la vida.

Más el ser de las nubes respondió:
- Tanta es mi fuerza y mi importancia, que el viento, solo, me mueve a su antojo.

Nuevamente el mago pensó:
- Es cierto, te casaremos con el viento.

El viento, habiendo escuchado dijo:
- Tanta es mi fuerza, que una montaña me detiene y no puedo pasar a otro lado, me estrello contra ella, y más no puedo avanzar.

El mago se quedó razonando nuevamente:
- ¡Ya sé!, te casarás con el espíritu de la montaña, nadie la mueve.

A lo que la montaña respondió:
- No soy el más poderoso de la Tierra... ¿Qué tanto es mi valor, que un simple ratoncito me roe las entrañas, y hace su madriguera dentro de mí?

Comprendiendo el mago la verdad de todo lo anteriormente dicho, y sin decir más, volvió a su forma original a la que antes era una ratoncita.

Luego la observó alejarse con el ratón que roía las entrañas de las montañas y comprendió el mago:
- Nadie es más fuerte y nadie es mejor, sólo Dios en su infinita sabiduría da a cada ser su lugar. Cada uno tiene su importancia, cada uno es hijo de Dios, en las múltiples manifestaciones del ser.

No traten de ser como tal o cual persona, porque cada uno tiene su valor, cada uno en lo que desarrolla, en el servicio que presta, en el servicio que les nace hacer, ahí está su lugar. Cada uno en el lugar que le corresponde realiza su misión, con humildad recuerden que los últimos serán los primeros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por pasarte por mi blog, y encima dejarme un comentario.
Y bueno, la vida es así y son cosas que pasan.
Muy buena tu reflexión final del cuento. La verdad, nos dejamos influenciar demasiado por los demás, hasta llegar a querer parecernos a otros, y cada cual debe seguir su propio ritmo. Pero, ya sabes que la vida te enseña a ir por el camino correcto, aunque sea a base de tropezar unas cuantas veces.
Y por cierto, pues si que tenemos coincidencias entre ambas, jeje.

Bicos desde esta tierra gallega.

Unknown dijo...

Hola Yomisma!

Gracias también a ti por visitarme.
Por mi parte pienso seguir pasando por tu blog, porque estoy deseando que nos pongas una noticia muy feliz... no sé, pero me da en la nariz que eso sucederá pronto. A través de tu blog he podido conocer algunas de tus preocupaciones, y aunque parezca absurdo, tengo la sensación de conocerte un poquito. Así que lo dicho, que estoy deseando leer noticias felices.

Un beso muy fuerte desde la "otra esquina".