lunes, 7 de enero de 2008

El mago

Mi papá tenía poderes mágicos. Sí, era un mago. Era el mejor de “El Circo Universal”. Él podía aparecer y desaparecer con una habilidad extraordinaria. Al desaparecer del escenario, aparecía en medio de los niños quienes lo celebraban a gritos.

En la casa le gustaba perdérsele a mi mamá. Como yo estaba pequeña, lo buscaba por toda la casa. Creía que jugaba a las escondidas. A veces pasaban meses y no lo veía por ningún lugar. Súbitamente aparecía como si nunca se hubiera ido y nada hubiera pasado durante su ausencia. Al recibir el reproche de mi madre, se hacía el loco. Empezaba a corretear a mi mamá quien terminaba perdonando sus andanzas, primero por sus zalamerías, segundo por temor a que con su magia la desapareciera a ella también.

Con el paso del tiempo sus poderes mágicos le empezaron a fallar. Sus ausencias se hicieron más largas. Reaparecía arrastrando el cuerpo como si los años le pesaran. A tal punto llegó su dejadez que una vez desapareció sin dejar rastro. Desapareció para siempre.

Los años pasaron y yo seguí buscándolo por todos los rincones de la casa con la esperanza de que su magia lo volviera sano y salvo. Sin embargo, un día mientras caía la lluvia la esperanza se deshizo y comprendí que en lugar de buscar al mago, que posiblemente era un embustero, debía emprender la búsqueda de mí misma.
Autora: Silvana Pachón

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