miércoles, 9 de enero de 2008

Meloso amor

¿Qué le pasa a este reloj? ¡No se mueve! ¡Los segundos son horas, los minutos días, las horas meses y los meses eternidad!
Trato de no perder la paciencia, pero solo saber que alguien me espera me hace perder la concentración. A esta silla dura de madera le crecen espinas. No me puedo sentar tranquila. Me muevo de lado a lado en búsqueda de la comodidad, pero no la encuentro.
Mientras todo esto pasa, yo sé que me espera. Ya lo he visto por la ventana. Siempre está ahí y siempre me espera sin moverse o decir una sola palabra como si para él el tiempo no existiera.
Mi cuerpo lo desea y protesta por la espera. Todos se dan cuenta menos el profesor que sigue botando sus palabras al aire que es el único que le presta atención porque se las lleva bien lejos. Mis protestas se vuelven más obvias y se me hace más difícil disimular. Miro a mi reloj y sus manos no se mueven. Es como si se hubieran paralizado. ¿Qué hago? ¡No puedo esperar! Si me voy y lo busco sé cuanto me va a costar.
En un arranque de desesperación me levanto bruscamente y corro hacia él. Al acercarme a la ventana veo como impasible me llama. Casi no puedo probar su dulzura, aspirar su perfumado aliento y sentir cómo se derrite con mis besos.
Esta entonación sólo dura un instante porque me percato de algo grave. Él no se entrega gratis y no tengo suficiente dinero para disfrutar de su ternura como lo hace en otros lugares donde casi se regala. Aquí cada vez se pone más difícil.

El Snickers que yo quiero cuesta un dólar y sólo tengo la mitad. ¡Qué desgracia! Tanto desespero, tantas ansias, tantos sueños melosos... para terminar con la boca amarga.

Autora: Silvana Pachón

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